Este año celebramos un hito especial en nuestra historia: 25 años desde que la Torta del Casar alcanzó el reconocimiento como Denominación de Origen. Un cuarto de siglo dedicados a preservar y promover un queso único, nacido del alma de Extremadura y que representa mucho más que un simple producto: es nuestra identidad, nuestro orgullo y nuestra conexión con la tierra.
A finales de los años 90, la popularidad de la Torta del Casar estaba creciendo fuera de nuestro territorio natural. Esta fama traía consigo grandes oportunidades, pero también ciertos riesgos: había que proteger nuestra esencia, ese carácter especial que hacía de nuestro queso algo inimitable. Así nació la Denominación de Origen, como una forma de asegurarnos que la Torta del Casar siguiera siendo auténtica, de que cada pieza que llegara al consumidor reflejara fielmente nuestras prácticas tradicionales, nuestra tierra y el trabajo de nuestros ganaderos y queseros.
Obtener la Denominación de Origen no fue fácil; implicaba el compromiso de ganaderos y queseros de trabajar conjuntamente para proteger nuestra forma de hacer las cosas. Pero sabíamos también que, aceptando esta apuesta colectiva, no solo estaríamos asegurando la calidad de la Torta del Casar, sino también contribuyendo a la conservación de una cultura y un modo de vida ligados profundamente a nuestra tierra.
Hoy, cuando vemos a nuestros productores seguir estos procesos con la misma dedicación que hace 25 años, sentimos que la DOP ha sido un guardián de nuestras raíces. Gracias a ella, hemos conservado prácticas ancestrales que ahora forman parte de nuestra identidad y que, de otro modo, habrían podido perderse en el tiempo.
Quizá uno de los logros que más nos enorgullece es ver cómo la Torta del Casar ha traspasado fronteras, llevando el nombre de Extremadura a distintos rincones del mundo. Y así, cada vez que alguien, en cualquier parte del mundo, prueba la Torta del Casar, está experimentando un pedacito de nuestra tierra y de nuestra pasión.
Durante estos 25 años, también hemos aprendido que preservar no significa quedarnos estáticos. Hemos abrazado la innovación, buscando siempre maneras de hacer más sostenible nuestra producción, de mejorar sin sacrificar la autenticidad. Cada cambio, cada mejora, se hace siempre con respeto y amor por nuestra tradición.
Hoy, al mirar atrás y ver todo lo que hemos logrado, no podemos evitar emocionarnos. Celebrar estos 25 años es recordar cada paso, cada esfuerzo, cada sacrificio que nos ha traído hasta aquí. Pero también es mirar hacia adelante con la esperanza de que, dentro de otros 25 años, la Torta del Casar siga siendo un símbolo de nuestra tierra, nuestra cultura y nuestro compromiso con la autenticidad.
Gracias por acompañarnos en este viaje, por valorar nuestra dedicación y por permitirnos seguir escribiendo, juntos, esta historia que nació hace 25 años y que, con vuestra complicidad, promete continuar por muchas décadas más.
Este año celebramos un hito especial en nuestra historia: 25 años desde que la Torta del Casar alcanzó el reconocimiento como Denominación de Origen. Un cuarto de siglo dedicados a preservar y promover un queso único, nacido del alma de Extremadura y que representa mucho más que un simple producto: es nuestra identidad, nuestro orgullo y nuestra conexión con la tierra.
A finales de los años 90, la popularidad de la Torta del Casar estaba creciendo fuera de nuestro territorio natural. Esta fama traía consigo grandes oportunidades, pero también ciertos riesgos: había que proteger nuestra esencia, ese carácter especial que hacía de nuestro queso algo inimitable. Así nació la Denominación de Origen, como una forma de asegurarnos que la Torta del Casar siguiera siendo auténtica, de que cada pieza que llegara al consumidor reflejara fielmente nuestras prácticas tradicionales, nuestra tierra y el trabajo de nuestros ganaderos y queseros.
Obtener la Denominación de Origen no fue fácil; implicaba el compromiso de ganaderos y queseros de trabajar conjuntamente para proteger nuestra forma de hacer las cosas. Pero sabíamos también que, aceptando esta apuesta colectiva, no solo estaríamos asegurando la calidad de la Torta del Casar, sino también contribuyendo a la conservación de una cultura y un modo de vida ligados profundamente a nuestra tierra.
Hoy, cuando vemos a nuestros productores seguir estos procesos con la misma dedicación que hace 25 años, sentimos que la DOP ha sido un guardián de nuestras raíces. Gracias a ella, hemos conservado prácticas ancestrales que ahora forman parte de nuestra identidad y que, de otro modo, habrían podido perderse en el tiempo.
Quizá uno de los logros que más nos enorgullece es ver cómo la Torta del Casar ha traspasado fronteras, llevando el nombre de Extremadura a distintos rincones del mundo. Y así, cada vez que alguien, en cualquier parte del mundo, prueba la Torta del Casar, está experimentando un pedacito de nuestra tierra y de nuestra pasión.
Durante estos 25 años, también hemos aprendido que preservar no significa quedarnos estáticos. Hemos abrazado la innovación, buscando siempre maneras de hacer más sostenible nuestra producción, de mejorar sin sacrificar la autenticidad. Cada cambio, cada mejora, se hace siempre con respeto y amor por nuestra tradición.
Hoy, al mirar atrás y ver todo lo que hemos logrado, no podemos evitar emocionarnos. Celebrar estos 25 años es recordar cada paso, cada esfuerzo, cada sacrificio que nos ha traído hasta aquí. Pero también es mirar hacia adelante con la esperanza de que, dentro de otros 25 años, la Torta del Casar siga siendo un símbolo de nuestra tierra, nuestra cultura y nuestro compromiso con la autenticidad.
Gracias por acompañarnos en este viaje, por valorar nuestra dedicación y por permitirnos seguir escribiendo, juntos, esta historia que nació hace 25 años y que, con vuestra complicidad, promete continuar por muchas décadas más.
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